EL PERFUME DEL RECUERDO

¡Buenos días!

Hoy queremos tratar sobre un sentido que a veces se nos pasa un poco de largo. Es más, os invito a responder a una pregunta... de los cinco sentidos: vista, tacto, olfato, gusto y oído, ¿cuál diríais que es el más importante para la memoria y por qué?

¿Ya habéis respondido? ¿Estáis seguros? Pues aquí tenéis la respuesta... ¡es el olfato! ¿Queréis saber por qué? Pues como cada semana, allá vamos.

Introducción


Desde el primer momento en que llegamos a este mundo, todo lo percibimos extraño y amenazador. Solamente hay una cosa que nos puede hacer dejar de llorar, nuestra madre. No es la vista la que nos hace relajarnos, pues todavía tenemos ese sentido por terminar de desarrollarse. Tampoco lo es el tacto, el gusto o el oído. Es el olor de la leche materna lo que hace que pase a un segundo plano nuestro instinto de supervivencia. Por supuesto, la madre también es capaz de reconocer a su bebé.



El olfato además es un sentido relacionado con el gusto. Ya sabe todo el mundo que cuando uno está resfriado o hace el tonto tapándose la nariz y a la vez come, no es capaz de apreciar ningún olor, por descontado, pero tampoco puede apreciar el sabor de la comida. Aparte de la rabia que da no poder saborear, esto hace que tengamos menos apetito, el cual volverá cuando vuelva también nuestro olfato.

Por tanto, como habréis supuesto, el olfato tiene múltiples funciones, como son seleccionar el aire que respiramos, lo que ingerimos, reconocernos y estar implicado en las emociones, en la conducta y en el tema que nos ocupa hoy, la memoria.













Olfato y memoria


¿A quién no le ha pasado alguna vez ir paseando por la calle y que llegue el aroma de algún perfume que no pueda olvidar, y cuando recuerda porqué le resulta tan familiar, su mente le tele-transporte a un recuerdo vivido años atrás? Pues bien, cuando recuerdas algo por un aroma, estás experimentando la "memoria autobiográfica evocada por un olor". Esto se debe a que el olfato y la memoria están muy relacionados.



https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23147501

Estudios como el de arriba además han demostrado que muchas veces los recuerdos evocados por olores son más intensos que los que podríamos tener mediante la vista u otro sentido distinto del olfato.

Otro estudio publicado en la revista Biological Psychology sobre la importancia del olfato a la hora de identificar comida corrompida que podría incluso matarnos, explica que detectamos antes estímulos olorosos que nos evocan malos recuerdos antes que aquellos que nos inspiran buenos recuerdos, ya que como en casi todo, estamos hechos de la mejor manera posible para que podamos reaccionar con rapidez ante una amenaza. Concretamente, el tiempo de respuesta frente al hedor de pescado podrido fue de 1300 milisegundos, mientras que el tiempo que tardamos en responder frente al olor de algo agradable, como pan recién hecho, fue de 1700 milisegundos. Aquí estamos ante otro caso de selección natural.

Incluso, según el psicólogo Avery Gilbert, personas con trastornos como la esquizofrenia o con migrañas, podrían experimentar alucinaciones provocadas por un olor. Este se quedaría "pegado" en la nariz llegando a olerlo hasta el final del día e incluso metiéndose en nuestros sueños ("resonancia mental").
He de decir que a mí esto último particularmente no me ha pasado, pero si a alguno de los que estáis leyendo os ha ocurrido, me encantaría que lo compartierais con nosotras.

Explicación: 

Llegados a este punto, aún no sabemos cómo es esto posible desde un punto de vista fisiológico. Lo cierto es que tanto el olfato (el bulbo olfatorio) como el gusto están conectados a la parte inferior del sistema límbico (que es la zona emocional del cerebro), mientras que el resto de sentidos han de pasar por el tálamo, más asociado al pensamiento inconsciente. En el sistema límbico nos encontramos a la amígdala, encargada de asociar el aroma a una emoción, y al hipocampo, que como algunos sabréis, es el área encargada de la memoria, relacionando ese aroma con un recuerdo en la memoria. Por todo ello, aparte de recibir señales químicas que actúan sobre la regulación del tono emocional, también tienen que ver en que esos mismos olores nos evoquen experiencias ya vividas, con una gran carga emocional.


El olfato en la comunicación


Aunque la especie humana no sea la más indicada para hablar de la importancia de las feromonas (prueba de ello es nuestra nariz achatada, que resta protagonismo al olfato al suprimir la posibilidad de más receptores olfativos), lo cierto es que las feromonas (que son señales químicas enviadas por un individuo para provocar una modificación del comportamiento en los ajenos) sirven para identificar a un miembro de nuestra especie mediante el sentido del olfato, e incluso poder intuir su estado emocional.

En un estudio realizado en 2012, se comprobó la existencia de una sincronización entre las personas a través del olor que emiten. Se expuso a una serie de hombres a ver dos clases de películas, una de ellas de miedo y la otra con imágenes repulsivas (se me acaba de venir a la cabeza "Saw"). Mientras las veían, se recogieron muestras de sudor de los participantes, las cuales se las dieron a oler a un grupo integrado por mujeres, observándose sus reacciones. Aquellas mujeres que olieron el sudor de los hombres que vieron la película de miedo expresaron una gestualidad facial asociada al miedo, mientras que las mujeres que olieron el sudor de los que habían visto la película con escenas de asco, hicieron muecas de asco. Sin duda, un estudio bastante interesante.


Pero seguro que cuando hemos hablado de feromonas todos habéis pensado en su influencia en la reproducción. Y por supuesto tenéis razón. De hecho, podríamos decir que es su función más importante. Un dato curioso que no se puede pasar por alto es que la agudeza olfativa se incrementa al llegar a la pubertad, y en el caso de las mujeres, fluctúa también durante el ciclo menstrual. Sin duda, la relación entre el olfato y el comportamiento sexual es evidente. De esta forma, el olor que percibimos de las personas nos aporta información diferente, pero no menos relevante, de la que puede aportarnos la vista o el oído.


Otro dato interesante es que las mujeres parecen escoger a su pareja (a través del olfato) por el repertorio de respuestas inmunitarias, que ha de ser complementario al suyo, con vistas a que su descendencia tenga un variado elenco de anticuerpos con el que hacer frente a las enfermedades.

También, durante los primeros tres meses de embarazo se incrementa el sentido del olfato, lo que hace que sienta los olores de forma exagerada. Esto explica porqué las mujeres solemos experimentar náuseas y vómitos durante esta etapa.

Anosmia e hiposmia


Un 5% de la población no es capaz de oler nada (anosmia), mientras que un 16% de esta presenta una reducción en la capacidad de oler (hiposmia). Aunque a priori esto parezca un problema menor, compromete sobremanera la vida de las personas que padecen estos trastornos.

Entre las alteraciones adquiridas que pueden mermar el sentido del olfato destacan las inflamatorias de la nariz y senos paranasales y las infecciones respiratorias. También podemos perder sensibilidad por una fractura de cráneo o exposición a sustancias tóxicas. No obstante, también se puede nacer con esta patología (son congénitas).


Los principales impedimentos de los pacientes con anosmia o hiposmia son:

  1. Miedo y angustia a no poder detectar pérdidas de gas, el olor del fuego o ingerir alimentos en mal estado.
  2. Añoranza del olor de los seres amados, lugares o simplemente olores como el del mar.
  3. Perturbaciones en el ámbito sexual que pueden producir aislamiento y depresión. 
  4. Se piensa que podría estar implicado en el inicio del Alzheimer.
Muchas de las alteraciones del olfato son tratables. En algunas se alivia el problema, mientras que en otras puede revertirse completamente. Eso sí, no existe un tratamiento universal en cuanto a estas enfermedades se refiere, sino que se aborda en función de la etiología de la patología.

La importancia del olfato


Parece que la vista y el oído son por lo general los sentidos más útiles, dejando relegado a un segundo plano a sentidos como el olfato. Sin embargo, como habéis comprobado, nada más lejos de la realidad. Para que os hagáis una idea, el ser humano es capaz de recordar (estudios de la Universidad Rockefeller de Nueva York):
  • Un 35% de lo que huele.
  • Un 5% de lo que ve.
  • Un 2% de lo que oye.
  • Un 1% de lo que toca.
  • Además, la memoria puede retener hasta 10.000 aromas distintos, pero solo reconoce hasta 200 colores.
  • Se memoriza 7 veces más lo que olemos que lo que vemos y se tarda 10 años en olvidar un olor y sólo 3 en olvidar una imagen.

Es tan importante el olfato, que hasta existe el concepto "marketing olfativo": las empresas atraen a los clientes mediante los olores, e incluso asocian un olor distintivo a su marca, para que asociemos el aroma con el producto y nublarnos el juicio. Seguro que tener en cuenta el olor a la hora de comprar algo, ya no parece tan tonto.


Os dejo un vídeo muy interesante y ya con unos cuantos añitos encima, de una mujer llamada Marta Tafalla, que padece anosmia. Además, para los que quieran conocer esta enfermedad más de cerca, presenta un libro en el que habla de la enfermedad, y da acceso a la lectura del primer capítulo del libro, que es gratuito.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/para-todos-la-2/entrevista-marta-tafalla-sobre-anosmia/920257/

http://publicacions.uab.es/pdf_llibres/GAB0058.pdf  - "Nunca sabrás a qué huele Bagdad": primer capítulo.


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