EMBORRACHARSE CON PATATAS FRITAS, ¿ES POSIBLE?

¡Buenas! Seguramente todos, al menos una vez, hemos consumido alcohol, mayormente en compañía de nuestros amigos. Ya sea en las fiestas del pueblo, en la discoteca o tomando unas cañas en una terraza. Nos gusta sentir esa embriaguez y esa alegría que nos produce el alcohol y, por supuesto, para los más tímidos, nos ayuda a soltarnos y a animarnos para hablar con aquellos que nos gustan.

Sin embargo, no todo es tan bonito. El alcohol es un arma de doble filo y si nos pasamos en su consumo, seguramente que sintamos náuseas, mareos y que acabemos vomitando, no siendo del buen agrado para quienes nos acompañan. Y no hablemos ya de las resacas del día siguiente, esos intensos dolores de cabeza y el cansancio, que hacen que lo único que queramos es estar metidos en la cama todo el día.

Después de esta introducción tan conocida para la mayoría, volvamos al título de la entrada. ¿Es posible emborracharse a base de patatas fritas? Concretamente, no sólo con patatas fritas, sino con los carbohidratos en general. Este fenómeno lo sufren unas pocas personas y es conocido como el SÍNDROME DE AUTODESTILACIÓN. Veamos en qué consiste. 


Descubrimiento de la enfermedad.

El primer caso relatado sobre esta enfermedad fue en 1972. Un estudio japonés documentó que unos pacientes japoneses, que sufrían de infección crónica de levaduras (es decir, con una alta concentración de éstas en su cuerpo), junto con un elevado consumo de carbohidratos y una enzima hepática anormal, presentaban síntomas típicos de una borrachera, además de elevados niveles de alcohol en sangre.

Posteriormente, se vieron nuevos casos documentados, como por ejemplo; un hombre de 61 años que sufrió la enfermedad después de un tratamiento con antibióticos, e incluso, el caso de una niña de 13 años que además padecía del síndrome del intestino corto (pérdida anatómica o funcional de un segmento del intestino delgado) y atresia yeyunal (obstrucción congénita del espacio interno del tubo intestinal).

Causas.

Como se puede observar a partir de los casos clínicos, cada paciente tenía una dolencia en el intestino, pero todos tenían en común un aumento desmesurado de levaduras en éste. Recalcar que es normal encontrarse algunas levaduras en nuestro intestino, pero en pequeñas cantidades, y que las bacterias comensales inhiben el excesivo crecimiento de éstas.

Cuando se cogieron muestras del intestino y se cultivaron, encontraron especies de levaduras diferentes, las más comunes eran: Candida glabrata, Candida kefyr y Saccharomyces cerevisiae.

Seguro que entre estas 3 especies la que más os suene es la última. Y sí, es la misma especie que se utiliza para la elaboración del vino y la cerveza. ¿Empezáis a atar cabos?
Esta levadura se utiliza porque en condiciones anaerobias (sin oxígeno) realiza un proceso por el que convierte la glucosa en etanol y dióxido de carbono (CO2), denominado fermentación alcohólica.


Por tanto, un aumento de consumo de hidratos de carbono/carbohidratos o azúcares hará que las levaduras del intestino los conviertan en etanol y pase al torrente sanguíneo donde provocará los síntomas típicos de una borrachera. 

¿Cómo aumentan los niveles de levadura en el intestino? Como hay pocos casos documentados, no hay una extensa investigación sobre ello, por lo que no se sabe muy bien por qué ni cómo. Puede que esté relacionado con las enfermedades del intestino que padecían los pacientes, pero no en todos los casos ocurre así, o por un descenso brusco de las bacterias comensales como ocurre al tomar antibióticos, pero entonces este síndrome no sería tan raro y nos afectaría a todos cuando los tomásemos. Hay investigadores, incluso, que dicen que no sólo tiene que haber un aumento excesivo de levaduras en el intestino, sino también, que haya una enzima hepática anormal que impida el correcto metabolismo del etanol en el cuerpo.

Como muchos sabréis, el hígado se encarga de metabolizar el etanol para su posterior eliminación. Este órgano presenta dos enzimas hepáticas importantes, la alcohol deshidrogenasa (ADH) y la aldehído deshidrogenasa (ALDH). El proceso es el siguiente:



Sin embargo, tampoco se ha determinado qué enzima podría estar afectada.

Síntomas.

El etanol producido en el cuerpo por parte de las levaduras sigue el mismo proceso que si lo bebiéramos de forma externa. La absorción a la sangre es rápida, entrando en el riego sanguíneo en tan solo 5 minutos y alcanzando las máximas concentraciones en sangre en un tiempo estimado de 30 a 90 minutos.

En función de la cantidad de carbohidratos que se consuma, mayor o menor será la cantidad de etanol convertido. Por ejemplo, una hamburguesa grande con patatas fritas y una tarta de manzana son suficientes para dar positivo en un control de alcoholemia en sangre.

Por tanto, los síntomas de este síndrome son los mismos que cuando nos tomamos unas cañas.
Recalcar que los efectos nocivos del alcohol en nuestro cuerpo son producidos por el acetaldehído, que es más tóxico que el etanol.


Tratamiento.

No existe una cura para este síndrome, pero sí tratamiento. Es decir, al tratar la enfermedad se resuelven los síntomas, pero más adelante podría haber otra recaída.

El tratamiento consiste básicamente en llevar una dieta baja en carbohidratos, tarea difícil porque muchos alimentos que consumimos habitualmente los contienen; frutas, miel, leche, remolacha, caña de azúcar, cereales, legumbres, tubérculos, arroz, pasta, frutos secos…

Sin embargo, en los casos documentados se les recetaron a los pacientes antifúngicos como fluconazol, que lo que hacen es inhibir el crecimiento de las levaduras. Por tanto, ello podría favorecer tomar algunos carbohidratos, pero sin pasarse. 


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