¿Fachada de algas?
¿Os imagináis tener una casa
calentada por algas? Alemania es el
primer país que puede presumir de tener un edificio con estas características,
concretamente en Hamburgo. Por un lado las algas van a producir energía térmica
y por otro lado van a controlar la luz que llega al edificio, creando sombras,
refrigerando así el mismo. Pero no solo actúan como fuente de energía si no
como elemento decorativo que permite la armonía con el entorno.
La BIQ (Bio Intelligent Quotient) es la primera casa del mundo cuya fachada
está cubierta por biorreactores, instalados en las caras sur y sureste. Estos
biorreactores son paneles de vidrio individuales repletos de microalgas que se
pueden mover dependiendo de la posición del sol.
El principio de estos
biorreactores de algas es la fotosíntesis (conversión de materia inorgánica en
materia orgánica gracias al aporte de la luz solar), por ello necesitan agua,
luz (por eso se encuentran en la fachada del edificio), nutrientes para crecer
y CO2. Hay un flujo continuo
de agua, mediante el cual se les suministra nutrientes para que puedan crecer y
CO2. Es necesario que los cultivos estén en constante movimiento, para
que sea un cultivo homogéneo y no se pudra. Se pensó en microalgas debido a su
tasa de crecimiento y debido a la presencia de aceites que pueden ser
utilizados para otros usos, como la producción de biodiesel.
Por un lado, en verano, las algas crecen más, debido a la incidencia
de la radiación solar, dando sombra al
edificio, lo que permite la refrigeración del mismo. Parte de la biomasa que
crece es cosechada y se lleva a una sala específica del edificio donde son
fermentadas, para posteriormente hacer biocombustible. El calor que se almacena en los
biorreactores, es enviado a la central del edificio, y mediante
intercambiadores de calor, genera agua caliente y calefacción para el edificio.
Lo que supone un ahorro para las personas que viven allí.
Esta tecnología es interesante
para países donde hay más radiación solar, ya que a mayor radiación solar más
producción de calor que puede ser almacenado y utilizado posteriormente por las
personas que viven en los edificios, a demás del incremento de la biomasa.
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